martes, abril 25, 2006

Encuentro
Se acarició la barba, si, se estaba bien allí.

No hacia mucho que había llegado, y al poco de bajar del coche sintió una indescriptible sensación de desamparo, no le apetecía estar allí, no tenía ganas de verse reflejado en aquellos cristales espejados del edifico de enfrente que le devolvian su imagen con un giro grotesco que le recordaba demasiado a si mismo. Pero bueno, allí estaba, apoyado en un banco de la calle, con un pitillo sin encender en los labios tarareando una canción de un grupo cuyo nombre es ya un arcano...

Se le acercó por detrás, se podía leer en sus ojos una mezcla de malicia infantil, de la sana, de la que acaba siempre en carcajadas, con algo que la hacía irresistible, quizá era su sonrrisa, quizá eran sus ojos, quizá era el reflejo de la luz que se deslizaba a borbotones entre las cristaleras de los edificios cercanos estrellandose contra su blusa, tal vez fuera alguna de esas cosas, quizá todas, a lo mejor ninguna, pero aquello era un hecho, estaba preciosa.
El se giró, como si la hubiese intuido, su gesto cambió en un instante, el cigarro, que ya estaba encendido y llegando casi a la mitad de su corta existencia, sufrió el mal que sufren las cosas que pasan a un segundo o tercer plano y calló inerte al suelo, se abrazaron, el la beso, ella le beso, y así, abrazados frente a aquel enorme bloque de oficinas de brillo mostaza el sintió que le picaba la cara, se acarició la barba, si, se estaba bien allí.